Pedimos la dimisión del director de la Real Academia de la Historia

Acción promovida por Adoracion Guaman Hernández

Por sus declaraciones sexistas y la falta de rigor, de apoyo documental y de valores (incluso académicos) del Diccionario Biográfico Español de la RAH

En la evolución hacia una sociedad moderna, competitiva y democrática el avance de la situación de las mujeres ha puesto de manifiesto el trabajo, la lucha, la ilusión, la exigencia y el éxito de muchas mujeres para superar la discriminación y por eliminar barreras y techos de cristal, herencia del pasado.

De acuerdo con el marco legal vigente y con los estatutos de las universidades, las instituciones democráticas, las empresas modernas, las publicaciones científicas, los medios de comunicación, la enseñanza, los planes de estudio de cualquier ciclo… se han dotado de medios de control, de comisiones, de unidades de vigilancia, de criterios de evaluación y de observatorios para comprometerse a favor de un objetivo de igualdad, compartido en lo básico a nivel internacional por cualquier sociedad con aspiraciones de progreso.

En la entrevista realizada por B. Hermoso y T. Constela a G. Anes, director de la Real Academia de la Historia, publicada el 4 de junio en El País, ante la pregunta “¿Qué le falta a la Academia?” responde Anes: “Más mujeres. Las hay muy preparadas pero menos que los hombres. Hay una cuestión: un historiador necesita disponer de muchas horas para documentarse en los archivos. Y por desgracia, en las mujeres esas miles de horas están dedicadas a criar a sus hijos y a ser amas de casa”.

Esta reveladora justificación sexista resulta provocadora, especialmente para los y las profesionales, además de venir a aumentar el clamor que denuncia la falta de rigor, de apoyo documental y de valores (incluso académicos) del Diccionario Biográfico Español de la RAH, a la vista no solo del indulgente tratamiento de figuras del franquismo, del fascismo y del propio dictador, sino también ante un diccionario que hace oídos sordos a la investigación de los últimos treinta años, que incluye un número excesivo y sesgado de entradas laudatorias referidas a personas vivas, que, en suma, agasaja al sector más inmovilista de la sociedad española, al que sirve una historia a su medida, con financiación pública.

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Destinatario: Real Academia de la Historia

Estimados Señores y Señoras,

Pedimos la dimisión del director de la Real Academia de la Historia

En la evolución hacia una sociedad moderna, competitiva y democrática el avance de la situación de las mujeres ha puesto de manifiesto el trabajo, la lucha, la ilusión, la exigencia y el éxito de muchas mujeres para superar la discriminación y por eliminar barreras y techos de cristal, herencia del pasado.

De acuerdo con el marco legal vigente y con los estatutos de las universidades, las instituciones democráticas, las empresas modernas, las publicaciones científicas, los medios de comunicación, la enseñanza, los planes de estudio de cualquier ciclo… se han dotado de medios de control, de comisiones, de unidades de vigilancia, de criterios de evaluación y de observatorios para comprometerse a favor de un objetivo de igualdad, compartido en lo básico a nivel internacional por cualquier sociedad con aspiraciones de progreso.

En la entrevista realizada por B. Hermoso y T. Constela a G. Anes, director de la Real Academia de la Historia, publicada el 4 de junio en El País, ante la pregunta “¿Qué le falta a la Academia?” responde Anes: “Más mujeres. Las hay muy preparadas pero menos que los hombres. Hay una cuestión: un historiador necesita disponer de muchas horas para documentarse en los archivos. Y por desgracia, en las mujeres esas miles de horas están dedicadas a criar a sus hijos y a ser amas de casa”.

Esta reveladora justificación sexista resulta provocadora, especialmente para los y las profesionales, además de venir a aumentar el clamor que denuncia la falta de rigor, de apoyo documental y de valores (incluso académicos) del Diccionario Biográfico Español de la RAH, a la vista no solo del indulgente tratamiento de figuras del franquismo, del fascismo y del propio dictador, sino también ante un diccionario que hace oídos sordos a la investigación de los últimos treinta años, que incluye un número excesivo y sesgado de entradas laudatorias referidas a personas vivas, que, en suma, agasaja al sector más inmovilista de la sociedad española, al que sirve una historia a su medida, con financiación pública.

Quedamos a la espera de su respuesta,